Ellos se Amparan

"Tengo la convicción
de que no existes,
y sin embargo,
te oigo cada noche… "
Benedetti

Ellos se amparan en tus ojos, cuencas vacías de espíritu que cantan rezos, nadie entiende; son gitanos con olor a muerte, contrabandistas de ilusiones bañados en barro negro; se consagran mentiras, pintan caminos falsos al paraíso. Ellos, enojan a la tierra y me hablan de ti, punzada que hierve el corazón en rojos, como manzanas viejas dibujadas en tus sueños, neblina que te ciega y desconcierta. “Ellos”, los desconocidos, invocan los primeros soles que nadie vio, arrastran resurrecciones ensayadas, recuerdan el saqueo de mis entrañas, entrecruzado intento de avistarte bruma de perdones, falsa tregua donde soy rehén custodiado por tu furia, disputando un pacto que de-forma a los fragmentos que dejo cuando te sigo, búsqueda de la señal que me asegure un lugar en el cielo, descansar con sabor a brebaje de salvación.

Es mi pena, exhala dolor conocido, resaca de-lirio que cuelga de mi conciencia, ventana agobiada por sombras de culpa; guárdala en tu corazón, sacúdela de las garras del olvido, aliméntala de pócimas que trasforman lunas, y atraen inmoladas criaturas que trazan el abismo por donde te sigo, escriben la sentencia de vivir en descarnadas horas, juntando moribunda trozaos de silencio que me agobia. Así es mi pena, crucifico de errores que pende bajo el cuello, y no permite levantar el rostro, inundada humillación de dudas, que se resquebraja, y se vuelve a armarse según las apariencias.

Ellos enfrentan ánimas que enjuician mi paso por el mundo, deshonran designios divinos, escoltan el callejón del averno donde soy rehén de tu exilio, festejan mi afligida rutina de vocear tu abandono; barcos pintados de luna husmean el desconsolado recorrido de mi sangre, eternidad donde no existe ni reflejo. Aún así, abro la puerta a tus escombros, cima amontonada de amores, donde me forjo humo y reconciliación, donde mi llanto brota desconsiderado, me hace pensar en Dios y su sacrificio.

Domestico tu recuerdo insomnia ira, erosión de mis sentidos, donde renazco con labios endurecidos al tratar de pronunciar tu nombre, furia que hace dejar en prisión las palabras que te gritan, cerradura de mis ansias estruendos que me empujan hacia la orilla del último invierno, y obligan a remar entre espinas de nostalgias, trozos de mundo donde navegas vértigo desvarío.

Como si fuera poco, enfrento mi sombra mutilada, convertida quemadura, piedra descolorida, camino donde me encuentro moribunda, arrumbada, como guardián infiel de felicidad; figura que solo persigue tu nombre sin alcanzarlo, escalera de prejuicios donde resbalo humillada, pánico de tu ausente mirada, forma de cristal que oculta leyendas y devora serpientes, desilusión que arrebata mi última pizca de inocencia, nota de coro, universal infierno.


Así jadean mis añoranzas; ávida por entender los estragos que dejan mi cuerpo a la deriva, tembloroso viento de tormenta, donde mi desespero las encierra en silencio sin llave, camino ciego, abierto puerta tras puerta, sintiendo en mi espalda la fisura del olvido, amenaza y murmullo de luna me habla en invocación de paz, búsqueda eterna, espacio, donde ellos se distraen de mí, donde seguramente, tú no encuentres cabida.