Maten a la Bestia

La bestia se arrastra por los sótanos de mi angustias; lánguida, se multiplica en mis entrañas perpetua penitencia, larva de azoros, causa de gemidos; ¡maten a la bestia! exhumen su vago dolor que llueve en gotas al mundo; herencia que germina de los horrores antiguos, manchados de luna, sentencia que advierte soles pardos, egoísmo mortal, ácido en la anemia de un niño hambriento, en cuerpos desmembrados, inmolada inocencia, abandono en campo de batalla.

La Bestia es inmortal, tiene caras diferentes, rasgos de diablo, apariencia maquillada, perpetuo escudo de mal, rebote plegarias. ¡guerra maldita! apoteosis de remordimiento que desciende con mi fe, y busca respuestas en lenguas luminosas, marejada de dudas, que me conducen a una religión de fieles con ojos muertos.
El adiós de la Bestia no madura, se arropa en este coraje que se derrite mi tinta, estalla en los cristales, los gritos los llantos se evaporan antes de llegar a Dios; hoy, imagen de polvo, risa acompasada que vuelve sordo al Bendito; es la Bestia con su irreparable daño, que dobla lirios de llanto…
Cae el telón de vida; la Bestia cambia aires, su nombre se vuelve susurro, ruido de indiferencia humana hecho nudo, teñida sangre de mártires con ropaje ingenuo.
Tú, egoísta mundo, das cabida a sus infortunios, columpio de vacilaciones en que meces tu apatía, cuadro de apariencias, donde camino sonámbula en cárcel con rejas de cristal, donde me estrello a diario.

Bestia encarnada en mis reclamos, noticia de todos los días, zumbido de muerte, esa que no mata, esa que vive en otro lugar; despoblado silencio que te hace coro, y pinta sin orden un destino que miramos a lo lejos. Tus huellas reseña, vienen de otra parte de mundo, donde el sol es anciano, y nunca quita el frió. Cuenta regresiva, historia de libro más antiguo, promesa anciana, inminente olvido.