Tristísimo Panteón..yo te saludo

Difusa paseo por tus callejones agostos, ciudad donde los muertos penan, último portón de mundo; flotando, giro alrededor de una cruz piedra que hurta tu azul cielo, y perturba nuestro espacio. Escucho quejarse a los otros inquilinos, suicidios latentes, escaso vocabulario que no sabe mentir.

Mi figura descarna dudas; confronto la rabia, hasta en los nichos se notan las clases sociales: siempre hay alguien más triste que yo; paseo con desdén entre el olvido de tus criptas centenarias. La muerte nos abrocha al presente, ¿ recuerdas cuando él se fue?, ¿recuerdas el agrio dolor de pecho, la lumbre
de ojos que no se apagan ni con los vientos invernales ¿ recuerdas el abrupto silencio que heredaste?

Tú nos cuentas todo; das cabida a mis huesos gastados, no dejas que los años descompongan mi ruinosa geografía; sabes de mis ojos que caminan en el cuerpo de los otros, los que hablan con cuartos vacíos, sonidos que te recorren grito y se sacuden tu polvo cuando todos ya se han ido. Platicas con siluetas invisibles entre la hierba seca de olvido, trístido baldío, dignidad de la que escribe, y te pide, que por esta noche, escondas el hedor que descubre mi pasado.

Fue otro tiempo, cuando tus cipreses verdes, fueron otros los llantos, fui otra yo, en los muchos que murieron desde entonces, y que hoy, despiertas en esta tumba del descuido humano; somos lo que resta de tanto odio, los que empequeñecen a Dios.

Tristísimo Panteón no sufras, aquí el futuro adelgaza confianzas, no somos ya mortales, pero la impotencia nos revive en cada luna triste, entes fundidos, envida hueca, pacto de indiferencias que se renuevan una vez por año, somos enredos sin intimidad ni cuerpo, y sin embargo sentimos dolor debajo del vientre y aullamos en voces sin eco, hacia una tormenta

Tristito baldío en tu soledad mi cuerpo emerge en piezas desenterradas, eres desierto al que se le rinde culto, advierto el horror de lo que soy para tus ojos, vómito de sigilos, rabia fundida, que impide mi entrega, suma de años huérfana, sed envejecida, vela de mis intenciones, hoy ruinas.
Mi sangre impura, por esta noche se disfraza vida, dibujo con sangre seca lo que un día fue mi nombre, sombras de gigantes aparecen por la calzada, son malas almas que roban la vida que nos queda; ultraje reaccionario alérgico de lágrimas.

Multiplico mis cenizas, suplicando a los ángeles un último respiro, pero nada se mueve, Tristísimo Panteón, ni el viento, ni los restos de este cuerpo lacio, que se siembra a la entrada de tu templo.